Si en la primera entrada (si aún no la habéis leído podéis hacerlo pinchando aquí) os conté como fue mi primer contacto como trabajadora social de un hospital, lo mucho que me gustó ese ámbito de trabajo, y todo lo que aprendí de mi primera tutora de prácticas, hoy vuelvo con la segunda parte para contaros más de mi paso por el hospital.

Después de la increíble experiencia con M.A., llego el momento de rotar y pase a estar con C. C era la trabajadora social encargada de las camas de geriatría (excepto las que pertenecían a la UME). Era de las trabajadoras sociales más mayores del hospital y su forma de trabajo era totalmente distinto al que había visto hasta ahora, tanto con M.A. como durante la carrera.

Hospital
Imagen de deathiny42, en Flickr

C era una trabajadora social chapada a la antigua, para ella el trabajo social consiste en quedarse detrás de una mesa y esperar a que la familia o el usuario aparezca. Para que os hagáis una idea un poquito más aproximada de la forma de trabajo que tenía C, os comento que a las familias solo les ofrecía información de residencias que estuviesen asistidas por monjas. Fue un cambio duro, pase de hacer entrevistas y redactar historias e informes sociales a tirarme días y días encerrada en un despacho leyendo. Reconozcamos que la teoría esta muy bien, y que sales de la universidad creyendo que ya lo sabes todo y en verdad no tienes ni la más mínima idea de nada, pero tirarte casi todo el día leyendo tampoco creo que sea la mejor forma de aprender. Tuve suerte, y es que en el tiempo en que me tocaba estar con ella fueron sus vacaciones, por lo que sólo estuve una semana y las demás rote entre las otras dos trabajadoras sociales.

Recuerdo que en ese tiempo vi junto con una de mis compañeras de la carrera, un caso con el que nos sorprendimos y nos divertimos un montón, os pongo en situación. Señor de unos ochenta y pico años que acude al hospital por una caída que le supone una operación de cadera, hasta aquí todo bastante frecuente. El señor era todo un gentlman, vestía ropa cara, te hablaba de usted aunque le dijeras que por favor te tuteara y tenia tantísimo vocabulario que parecía un diccionario andante.

Elegancia entre dos surtidores/Elegance between two jets
Imagen de joelomas, en Flickr

Nos derivan el caso los médicos psiquiatras ya que afirman que el hombre ha perdido completamente la cabeza y parece ser que no se le conoce familia ni amigos que puedan ayudarle en la vuelta al domicilio. La única visita que tuvo este señor fue el primer día de su ingreso, y fue la mujer que tenia en casa trabajando que le acerco ropa y productos para el aseo. El primer día que mi compañera y yo conocimos a este señor tuvimos la misma impresión que tuvieron los psiquiatras, recuerdo que hablando con él hasta nos recito un poema que decía que le había recordado a nosotras.

Nos contó que vivía con su mujer que había sido enfermera pero que cuando ella murió se quedo muy solo, que ella lo era todo para él y que no necesitaba a nadie más. A la hora de indagar sobre si tenia parientes a los que acudir él nos decía que no, pero que tenia mucho dinero en un banco de su pueblo y tierras con las que podría ir a la mejor residencia. Cuando nos dijo esto indagamos para ver si nos decía el nombre de su pueblo, pero nada… el señor no soltaba prenda.

Estuvimos viéndole casi todos los días durante una semana. Siempre que subíamos a la habitación nos pedía que nos sentáramos cerca de él y nos empezaba a contar batallitas del pasado. Yo creo que nos estaba probando y al ver que le caiamos bien nos solto que si que tenia familia, que tenía un sobrino en su pueblo pero que no quería que le avisáramos ni nada por que le quería robar su dinero y su casa. Claro, después de tanto tiempo y pensando que el señor esta un poco de la cabeza dudamos de que lo que nos decía era verdad. Él se debió dar cuenta y nos pidió que llamásemos a su banco para que se pusieran en contacto con él, nos dio un numero de teléfono y un nombre. Probamos a llamar, pero nada, número equivocado.

No sé por que me dio la sensación de que podía ser verdad y con el teléfono en la cabeza me fui a casa y me puse a indagar en google y ¡et voila! Cambiando el último número del teléfono que nos había dado el señor, aparecía una sucursal de un banco en un pequeño pueblo de Ávila, por ejemplo. Al día siguiente lo comente con mi compañera y con la trabajadora social y llamamos. Efectivamente había un tal Ramón en esa sucursal y conocía a la perfección al señor ingresado.

Nos pusimos en contacto con la trabajadora social de la zona quien también le conocía a él y al sobrino del que nos había hablado. La trabajadora social de allí se puso a marujear con la del hospital, y según lo que nos contó, el señor estaba forrado, la mitad del pueblo era suyo y hasta hace unos años vivía allí pero debido a una discusión con este tal sobrino se había marchado a Madrid en donde conoció a la famosa enfermera, se enamoró, y se quedo hasta el día actual. Alucinante… El señor consiguió hablar con el del banco y al asegurarse de que nadie podia quitarle su dinero paso de parecer un chiflado a ser la persona más coherente que te puede imaginar. Por supuesto este señor acepto que ahora mismo necesitaba una ayuda y nos pidió que le buscáramos la mejor residencia en la sierra, por que tenía que tener buenas vistas, a la que ir hasta que se recuperase de la operación. 

Perdonad la extensión de esta entrada pero al ponerme a escribir me he acordado de este señor y tenía que escribirlo para no olvidarlo nunca.

 

 

1 comentario en Trabajadora social en un hospital II

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