El otro día, después de que un cliente me contará que tenía a su hermano en el hospital con un tumor en el esófago, me quede pensando y recordando los meses que estuve como trabajadora social en el hospital. Por si no lo había contado antes hice las prácticas de la carrera en un hospital. Aprovechando que ahora tengo blog y para que quede guardado para el recuerdo, las siguientes entradas serán sobre mi experiencia como «trabajadora social» en un hospital.

Las listas para la elección de centro de prácticas se hacían por orden teniendo en cuenta la nota media de la carrera, todas mis horas en la biblioteca dieron sus frutos y obtuve el cuarto puesto en mi promoción así que a no ser que tuviera muy muy mala suerte podía escoger el centro de prácticas que quisiera. Al principio mi idea era hacerlas en un centro de servicios sociales pero por aquella época yo seguía visitando a María y al trabajar como equipos multidisciplinares podía darse el momento en que me tocará trabajar en algún caso codo con codo con mi psicóloga (por si tampoco lo había dicho antes conocí a María través de los servicios sociales de mi zona), no me pareció oportuno el que pudiera darse esta situación así que finalmente me decante por mi segunda opción: el hospital.

Hospital

Reconozco que fue todo un reto, maravilloso pero todo un reto. Sabía más o menos las funciones que ejerce un trabajador social dentro de un hospital pero nunca me paré a pensar en que son personas que están ahí debido a una crisis inesperada. Este fue el mayor reto, el hospital es una institución de tensión, de estrés, siempre que se esta allí suele ser por que algo no va bien en nosotros o en alguien cercano por lo que la gente tiende a estar cansado, desganado, triste e incluso desesperado. Soy de las que piensa que hay que valer para trabajar de cara al público, no es nada fácil y en estos casos menos aún.

De todas las trabajadoras sociales, creo recordar que en total eran nueve, sólo tres querían compartir su tiempo, su experiencia y su trabajo con alumnas en prácticas así que se decidió que mis dos compañeras y yo fuéramos rotando entre ellas para así conocer distintas formas de trabajo y distintas unidades del hospital.

En primer lugar me toco con la trabajadora social cuyas camas abarcaban la UME (unidad de media estancia en geriatría), todos los pacientes de trasplantes, y de cirugía vascular. ¡Fue increible! Esta trabajadora social es de las que piensa que la mejor manera de aprender es haciéndolo uno mismo así que en una semana me dejaba a mi hacer las entrevistas, me mandaba a las habitaciones a buscar a la familia, me mandaba a la sala de médicos a que me hicieran los informes, me pedía que escribiera las historias y los informes a enviar a servicios sociales…etc. Ya os digo que en una semana me solto frente al toro así que no me quedo otra que espabilar. La experiencia fue buena y tuve la oportunidad de ver un poquito de todo: gente recién amputada que no tenia familia ni apoyos, derivaciones a otro hospital, señores mayores que vivían solos y tenían una única hija en el extranjero la cual no sabia la situación en que se encontraban sus padres, discusiones en el despacho entre hermanos acerca del futuro de su padre, e incluso tuve la oportunidad de entrar en una habitación de cuarentena para realizar una entrevista a un recién trasplantado del corazón. Con esta trabajadora social ademas de aprender un montón sobre la profesión aprendí a tener pasión por ella, a que me gustara de verdad lo que estaba haciendo y a que todos los días fuera con ganas de aprender más y más.

…Continuará

5 comentarios en Trabajadora Social en un hospital

  1. Siempre he admirado a estas personas. Hay que valer mucho para dedicarse a ello y sobretodo para que el otro encuentre ese cariño y esa ayuda que todos necesitamos.

  2. Pues esperad a la parte de oncología…aquello si que fue bonito, muy muy duro pero increible. Ver la labor que hacian, y hacen, fue una experiencia inolvidable.

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