Algo muy habitual en las personas que padecen algún tipo de adicción es que acaban haciendo de las mentiras y los secretos algo natural. Acaban incorporándolo a su vida tanto que estoy segura de que llega un momento en que se acaban creyendo y por supuesto viviendo sus propias mentiras. 

Empiezan con pequeños engaños de las que probablemente ni nos enteremos porque no los ponemos en duda, nos resultan creíbles y acabamos asumiéndolos como si fuesen verdad. Conforme la situación persiste cada vez se les va haciendo necesario recurrir a más y más mentiras, hasta que llega un momento en que se les va de las manos y acaban mintiendo en cosas que desde fuera se ve claramente que no son verdad. La experiencia me dice que para ellos tiene lógica y un porqué el seguir haciéndolo, pero desde fuera llega un punto en el que se ven como un sinsentido. Desde mi punto de vista creo que hay tres razones por los que el adicto miente: por no reconocer ni asumir el problema que se tiene, por esconder el consumo y su continuación, y por buscar situarse en un papel de inferioridad y victimización respecto al resto.

En el caso de mi madre, mi madre miente y mucho, e intenta manipular las situaciones a su antojo para que no sé descubra que ha bebido o que sigue haciéndolo, para justificar que no haya hecho nada en todo el día…,etc. Al principio eran pequeñas mentiras como que no había tenido luz en toda la mañana, que no había salido de casa, que había quedado con una amiga; pero conforme pasaba el tiempo sus mentiras eran cada vez más frecuentes y alguna, vista desde fuera, resultaba y resulta realmente absurda de lo poco creíble que es. Al principio mi madre sólo mentía cuando había bebido pero ya hace años que también lo hace estando sobria. Creo que llega un punto en el que miente por mentir, en el que ya le resulta más fácil contar una mentira que decir la verdad.

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Imagen de Clara, en Flickr

Cuando yo era pequeña mentía muchísimo, la mayor mentira que contaba ya sabéis que era respecto a casa y la situación de aquí. No me acuerdo porque era muy pequeña pero supongo que al principio me costaría hacerlo o quizá no porque pensaba que hacía bien en proteger a mamá, la verdad es que no lo sé. Lo que si que recuerdo es que llegó un momento, creo que tendría unos 17 años, en que me di cuenta de que la cosa se me estaba yendo un poquito de las manos. Me daba igual mentir respecto a la situación de casa por tapar el problema de mi madre que hacerlo para evitar salir, me daba igual, todo valía. No sé muy bien que ocurrió o que desencadenó que me parase a reflexionar sobre esto, supongo que el que me pillasen en alguna mentira absurda o que mi Pepito Grillo dijese «hasta aquí», pero recuerdo haberme prometido a mi misma que iba a esforzarme por decir la verdad. Me costó un montón… lo bueno es que al poco comencé a ver a la psicóloga y supongo que me fue más fácil con su ayuda.

¿Creéis que la persona adicta es consciente de que miente y de las consecuencias de estas mentiras? yo creo que sí, quizá no en el momento porque por mi experiencia diría que llega un punto en el que sale antes la mentira que la verdad pero si que creo que hay momentos en que se paran a reflexionar acerca de esto, lo único que prevalece más la enfermedad o el pintar la realidad a su antojo para conseguir lo que desean. Al final la persona adicta se convierte en una persona manipuladora que se mueve por el deseo de seguir consumiendo y acaba haciendo lo que sea por poder conseguir su objetivo.

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